domingo, 7 de septiembre de 2014

7 : Parajes Y Paisajes De Coria

Parajes y paisajes de Coria. APROVEHAMIENTO AGROPECUARIO DE LAS TIERRAS DEL TERMINO DE CORIA A MEDIADOS DEL s. XIX.

En este articulo vamos a representar unos mapas y un esquema aclaratorio de los paisajes del término de Coria del Rio que hemos venido comentando. Tambien vamos a comentar los parajes del termino coriano refiriendonos al aprovechamiento agropecuario de los mismos. Nos basamos en el magnífico trabajo del investigador Juan Manuel Nieto Cortés que se recoge en el libro en “Coria del Río. Aproximación a su realidad geohistórica” (1986)

Figura del Transecto imaginario del paisaje natural desde Coria a la Atalaya con sus unidades características entre s. XVIII y XIX



APROVEHAMIENTO AGROPECUARIO DE LAS TIERRAS DEL TERMINO DE CORIA A MEDIADOS DEL s. XIX.
La ocupación de la tierra del término Coriano poco extenso para lo que era su población 10.000 fgs.(6000 has.) a mediados del s. XIX de cara a su aprovechamiento económico se entrelaza con la estructura social de esta villa. La calidad de las tierras del término de cara al agricultura se puede decir que es en general mediocre y mala, pues el 80% de las mismas pertenecen a categoría de 2ª o·3ª y tan sólo 10-20% de primera
Por una parte nos encontramos con aprox. el 50% del término cultivado en su inmensa mayoría de cereal y tan sólo un 5% aprox. cultivado de olivo, la presencia de la viña tan solo testimonial (0,4 %) se completa con las huertas en el entorno mas inmediato de la población y en la ribera de la margen izquierda del Guadalquivir ( con unas 32 fgs. representan el 0,6% de la superficie cultivada). El mayor propietario de tierras de labor era el propio Ayuntamiento, si bien había una serie de hacendados forasteros que tenían más del 20% de las tierras pero precisamente todas ellas de primera calidad en la vega. El aprovechamiento del otro 40- 50% del término era por tanto ganadero que daban uso a los suelos más pobres del término. En toda esta extensa zona de aprovechamiento ganadero nos encontramos con pastizales principalmente prados, monte bajo, albinas, dehesas de acebuches y dehesa de encinas. Se comprende así la importancia del sector ganadero local con grandes propietarios de cabañas de vacas forasteros y locales que se aprovechaban no solo de los pastos de su propiedad, sino también de los comunales, como ya fuera del término de los pastos de las Marismas Gallegas y de las islas Mayor y Menor (recuérdese la condición de villa comunera de Coria desde 1269 según estableció el rey Alfonso X el Sabio para las villas encargadas de la defensa de Sevilla en posibles ataques por el río. En un principio las villas comuneras de pastos fueron junto a Sevilla, Coria, la Guardia (Puebla del Río) , la Rinconada y Alcalá del Río más tarde se añadieron Salteras y Santiponce). Por tanto la villa de Coria del Río estaba beneficiada en la utilización de esas islas que eran propiedad del Ayuntamiento de Sevilla, aunque en el primer tercio del s. XIX pasaron a depender de otros usufructuarios de los cuales con diferencia el más importante fue el marqués de Casarriera. Así  el ganado de Coria estaba sometido a una trashumancia intercomarcal muy dependiente cada año de las condiciones de los pastos y de las lluvias, pues el ganado pasaba a partir de la primavera a pastar en las marismas y luego volver al término coriano para aprovechar las dehesas del comun de la villa y la rastrojera. El tiempo de su permanencia en la rastrojera servía como abonado de la tierra. Por ello se establecía un papel complementario entre agricultura cerealista y ganadería.
En las desamortización eclesiástica de Mendizábal (1836) la iglesia que tan sólo contaba con algo más del 10% del termino coriano va a perderlo a favor generalmente de sus arrendatarios (entre estas tierras la principal la extensa dehesa de al Hermandad del Santísimo Sacramento)
En 1850 antes de la Desamortización Civil de Madoz, sólo dos individuos tenían más de 50 fgs de tierra por lo que no existía, un grupo de grandes terratenientes en Coria , por el contrario el ayuntamiento era el mayor propietario de tierras poseyendo 2075 fgs. de tierra de labor que en su mayoría se explotaba en forma del común (es decir por arrendamiento a precio módico a los vecinos) y 2920 fgs. de pastos explotadas como propios es decir mediante arrendamiento y pago en sus dehesas (NOTA. bienes de propios son aquellos propiedad del municipio, hazas, prados, dehesas, montes etc., que proporcionan una renta al mismo por estar arrendados. En algunos casos se hacía un repartimiento de las tierras entre vecinos en regimen de arrendamiento, en otros casos las parcelas se someten a subasta. Cuando los bienes propiedad del municipio no se arriendan, sino que se aprovechan directamente por los vecinos se denominan «los comunes, si bien por algú servicio anejo al mismo suponía algunso ingrsos módicos par el ayuntamiento). Dentro de esta extensión se encontraban 800 fgs de acebuchales que permitían la entrada de ganado menor que aprovechaba la acebuchina (cerdos, cabras y ovejas) para beneficio de los vecinos más pobres y de las vacas y bueyes que aprovechaban el ramón de las podas principalmente de pelentrines. El ganado vacuno de los pelentrines al mismo tiempo le servía de fuerza de tracción para el arado, noria y las carretas. Los pastos citados estaban en la dehesa de la Atalaya o de Loya, y en la Cascajera (1950 fgs.). De los ingresos que suministraban las tierras del Ayuntamiento se nutría su presupuesto.

Figura tomado de un mapa de J. M Nieto Cortés en “Coria del Río. Aproximación a su realidad geohistórica” . Se observa la plataforma de los Montes dedicada a pastos y acebuchal con sus tres fincas La Hermandad,la dehesa de la Atalaya y la dehesa Cascajera. En la “herradura” del antiguo meandro de la Merlina la Dehesilla, en el centro de la Vega, la dehesa de Enmedio y en la parte que pega a la poblacion de Coria otra dehesa junto al nacimiento del arroyo Carrascalejo y en el angulo superior norte la Dehesa del Rey.Precisamente los circulitos señalan arbolado de dehesa.
Vamos a justificar a continuación la vocación ganadera original y natural del término coriano en la margen izquierda del Guadalquivir. Un aspecto destacado del paleopaisaje de "Aquel Lao" es la presencia al pie de las terrazar fluviales en el contacto de la vega con ella de lagunas y charcas, se debe a la descarga de aguas desde las terrazas aluviales permeables  sobre un sutrato margoso impermeable . Por una parte esta franja de albinas era muy idoneo para concentrar ganadería en régimen semi extensivo, que incluso podía pastar en ciertos momentos por la vega que en muchos momentos permanecía inundada cuando el Guadalquivir se desbordaba. Ambas circunstancias hacian que hasta finales de la Edad Media en que el río podía haberse refrenado algo en sus acometidas otoñales y primaverales la implantación de cultivos de secano en la "otra banda" del término coriano fuese complicada y mcho menos productiva que la cria de vacas y bueyes, que se ajustaba mejor a la situación edafoclimática. Esto pudo cambiar cuando por una parte la presión de la necesidad de alimentar a una mayor masa demográfica, se vio acompañada favorablemente de una cierta "domesticación" del río, por lo que el uso ganadero mermó en favor del agrícola más ariesgado, pero de cualquier forma la presión de la necesidad hizo que practicamente todo hubiese que jugarselo a esa carta .
Incidiendo sobre al importancia ganadera de nuestro término hay que destacar sobre 1850 la presencia de 7 grandes propietarios que poseen especialmente cerca de 3400 cabezas de ganado mayor especialmente vacas, mientras que el resto de los propietarios de ganado son de mucha menor cuantía y tienen solo el 20% de las cabezas de todo tipo de ganado. Recordemos que frente a dos individuos con más de 50 fgs. de tierras agrícolas había otros cinco mas que podemos considerar grandes ganaderos (más de 100 cabezas), lo que supone cierta basculación en nuestro pueblo hacia la importancia de la riqueza ganadera frente a la labradora ( esto no es óbice que estos hombre ricos corianos pudieran tener otras posesiones fuera del término de nuestro pueblo). Estas personas que también tenían como patrimonio auxiliar barcos, hornos, solares etc. eran las que tenían el resorte del poder en Coria y se aprovecharon mayormente después de la desamortización en el 1865 de este proceso para incrementar su pecunio. El máximo propietario ganadero entre 1854-1860 se avecinó en Sevilla aunque suponemos que siguió vinculado su ganado a Coria. Salvo unas pocas de fanegas de pastos en manos de forasteros, el mantenimiento de esa importante cabaña de vacas fue posible por la abundancia de tierras del Ayuntamiento (en su 90% explotadas en régimen de bienes propios) dedicadas a pastos y la situación favorable de los cercanos pastos marismeños, llegando a arrendarse también pastos en otro pueblos vecinos, si bien su importancia de la ganadería disminuyó a medidas que gracias sobre todo a la desecación de albinas y marismas del término esas tierras se iban convirtiendo en terreno de labor. Por tanto la ganadería a pesar de estar concentrada en pocas manos era un importante soporte económico de Coria porque daba mucho trabajo a diversos operarios. El sistema de explotación consistía en agrupar durante una gran parte del año a las cabezas de ganado en una boyada a cargo de un guarda mayor que subastaba ese cargo al Ayuntamiento y diversos ayudantes, para controlar así el ganado de los vecinos y en particular de sus grandes beneficiarios los grandes ganaderos.
Figura tomado de un mapa de J. M Nieto Cortés en “Coria del Río. Aproximación a su realidad geohistórica” adaptado para señalar la Terraza Fluvial ocupada por dehesas (en particular la Dehesa de Loya o de la Atalaya) para marcar la “herradura” del antiguo meandro de la Merlina antes de ser cortado en 1795.


En esta época las suertes de labor que entraban en reparto para la explotación por los vecinos correspondía a parcelas de 1,5 fg., mientras se considera que por término medio Para asegurar la viabilidad económica de una familia según los índices de producción usado eran preciso al menos el doble de superficie, por lo que la familia tenía que buscar otro ingresos alternativos en forma de jornales, ganado menor, espigado, chuchería, pitas, juncos y castañuelas que en caso de propiedad municipal también era subastado por el ayuntamiento. Este sistema de reparto democrático de corte político liberal que se instauró en Coria en 1820, donde se les aportó también un burro a cada uno para poder empezar a labrar, consistía en un sorteo de las parcelas que llegaba a beneficiar entre el 70-80% de los vecinos. Pero el aumento de población no dejo de suponer sino una mayor presión sobre la tierra y la desamortización civil de Madoz (1855 aunque se aplicaría años más tarde a partir de 1865-69) vino a romper el equilibrio del sistema local de subsistencia, aunque pasaron por venta a manos privadas muchos campesinos se vieron obligado así a ingresar en las filas de los jornaleros. Los pleitos que se sostuvieron con le gobierno se asentaba en que en el término coriano no existían terrenos de propios, y que por tanto no se podían vender porque pertenecían los vecinos en propiedad. Se trataba de un triquiñuela, pues así se consideró que tras el último reparto, habían pasado a propiedad de los correspondientes agraciados ( en realidad usufructuarios), para que antes de tener que vender esas tierras y dar su producto al estado el Concejo Municipal de Coria prefería que permaneciese en manos de sus vecinos. Finalmente a principios de los años 1870 por dictamen judicial se venden las tierras generalmente a los propios usufructuarios y el Municipio se queda con la Dehesa de la Atalaya y la de la Cascajera, pero de esta última tiene también tiene que desprenderse en 1873 en que según parece pasa a manos de la familia Ibarra
Comentarios


Las desarmotizaciones del segundo tercio del siglo XIX afectaron a la economía de Coria como lo hicieron a la de España en general.
Una consecuencia de la desamortización en la economía fue obtener muchos ingresos para disminuir la deuda pública, bien aceptando los títulos como forma de pago, bien dedicando parte del dinero en metálico para comprar títulos del mercado y hacerlos desaparecer. Además, parte del dinero metálico obtenido con la desamortización y los nuevos créditos que se negociaron, se dedicaron a sufragar los gastos extraordinarios, especialmente de la primera guerra carlista. Por su parte, los ayuntamientos se quedaron con parte de los ingresos -no todos fueron a parar a la Administración central- para acometer obras públicas esenciales para muchas ciudades y pueblos. La Hacienda nacional aumentó paulatinamente los ingresos fiscales ordinarios a través de la carga impositiva de los bienes desamortizados, por los que anteriormente sus propietarios tributaban en poca o en ninguna medida.
En la zona meridional de España, la desamortización mantendrá o incluso acentuará la concentración de la propiedad, dando lugar en ocasiones a un nuevo latifundismo; paralelamente, en algunas regiones se puede hablar de proletarización del campesinado (entendido como jornaleros, braceros o criados permanentes). Esto, cuando no hay un desarrollo industrial simultáneo, como es el caso de la España del sur, produce un estancamiento, pues los campesinos proletarizados permanecen en el campo como mano de obra barata.
En la zona septentrional de España tierras de predominio de explotaciones medias y pequeñas, la desamortización potencia este tipo de estructura. Muchas de las explotaciones de labradores que hasta entonces se basaban fundamentalmente en el arriendo, van a pasar a ser explotaciones basadas en la propiedad de las tierras
28 Agosto 2012, 00:16
Francisco Jose Barragán de la Rosa dijo

Desamortizaciones eclesiásticas

La ley de 27 de septiembre de 1820 suprimía toda clase de vinculaciones de la nobleza y establecía que el retorno de los bienes a la condición de libres se realizaría por mitad a lo largo de dos generaciones. También las Cortes suprimieron las órdenes monacales y enajenaron parte del patrimonio de la Iglesia, suprimiendo el derecho que ésta había mantenido durante siglos de imponer cargas tributarias sobre todos los ciudadanos del país. Los bienes de los conventos suprimidos pasaban al Estado, quien los vendería en pública subasta. Estas medidas desamortizadoras dieron lugar a la venta de un número considerable de fincas de las órdenes suprimidas, que pasaron a manos privadas.
A ello se añaden las Desamortizaciones eclesiásticas de Mendizábal y Espartero entre 1834 y 1854 fue sobre todo una desamortización eclesiástica que comienza con las leyes y decretos de disolución de órdenes religiosas (a partir de 1834) y la declaración como bienes nacionales de sus posesiones, que es seguida por la orden de enajenación de éstas (1836-1837) mediante públicas subastas. La misma suerte correrán los bienes del clero secular, que, sin embargo, no se hizo efectiva hasta la ley de septiembre de 1841, ya bajo Espartero. Igualmente se suman a la desamortización las propiedades de las órdenes militares.
Durante la Década Moderada (1844-1854) estas leyes fueron suprimidas o atenuadas, especialmente con el Concordato de 1851, año a partir del cual sólo se siguen subastando bienes de órdenes militares y algunos otros marginales hasta que, después de la Revolución de 1854, se prohíben por completo las ventas de cualquier bien nacional en espera del estudio de una nueva legislación que, por entonces, inició Madoz y que será efectiva a partir de 1855, abriendo una nueva y larga etapa desamortizadora.
En cuanto a la desamortización civil, en 1834 se autoriza a los ayuntamientos a la venta de sus bienes raíces (bienes de propios), condicionando el uso de los ingresos percibidos por este concepto. Además, en 1837, se ratifican todas las desamortizaciones de bienes civiles -incluidos los repartimientos con un canon anual- que se han efectuado desde 1770, asegurando en su propiedad a los nuevos poseedores. La etapa 1834-1854 es la más importante en cuanto a ventas de bienes eclesiásticos
28 Agosto 2012, 00:17
Francisco Jose Barragán de la Rosa dijo

Desamortización civil

La Ley Desamortizadora de Pascual Madoz de 1855, afectó a los bienes municipales, del clero, instrucción pública, beneficencia y de la Corona. En su primera fase (1855-1856), la más activa e importante, prácticamente terminó de desamortizar los bienes de origen eclesiástico. Desde septiembre de 1856 se produjo un parón en la subasta de los bienes del clero hasta que se llegó a un acuerdo con la Iglesia (1857). En todo caso, la desamortización, que continuaba a la de Mendizábal y Espartero, se podía dar por concluida, aunque se siguieron vendiendo algunas fincas desde 1861, si bien con un acuerdo previo.
Respecto a los montes municipales (los denominados del comun), los de las entidades de beneficencia y enseñanza más otros que se añadieron, se suspendieron la ventas en octubre de 1856 y se continuaron desde octubre de 1858. La extensión de las tierras que cambiaron de propietario se cifra en millones de hectáreas. De hecho, esta desamortización, por el tipo de tierras puestas en venta y la forma de hacer las subastas, fue la que permitió distribuir más las propiedades, que fueron adquiridas en mayor proporción que en las etapas anteriores por medianos y pequeños labradores, aunque los hacendados rurales y urbanos siguieron siendo los principales compradores considerados individualmente.
28 Agosto 2012, 00:18
Fernando
Fernando dijo

En este articulo se dice que el termino de Coria del Rio de la Banda izquierda del Guadalquivir era poco aprovechable para la agricultura por la escasa calidad del terreno cuando no sufría en exceso de encharcamiento. Por tanto la Vega era más escasa que hoy en día,ocupaba un 10%, sin embargo por encima de Sevilla la Vega era más fértil porque en las inundaciones desagüaba antes y estas le venían muy bien. Estas tierras bajas como sucedía en el Nilo se inundaban, de manera útil si llovía en el momento conveniente, y fertilizaban con los limos. La Vega en nuestras latitudes produce granos de cereales, durante dos años permaneciendo al tercero en barbecho. Además se cultivaban legumbres, cáñamo, lino, naranjas y limones. El barbeho y en momentos en que las "malas" inundaciones malograban las cosechas, podían servír para la "saca" de orozuz que crecía salvaje y del que se obtiene el regaliz, y que era un remedio de subsistencia.
04 Septiembre 2012, 09:17
F.J. Barragan
F.J. Barragan dijo

La organización económica de las poblaciones de las poblaciones prerromanas
del Bajo Guadalquivir parece ser de una sociedad con economía mixta con mayor o menor especialización hacia determinados sectores de la producción según las zonas.
Los poblados de Los Alcores y el Aljarafe (Sevilla) podrían ilustrar perfectamente sobre los modelos de asentamiento de comunidades que explotan un territorio
que permite una próspera agricultura en terrenos de vega, siempre que el terreno no estuviese ocupado por marismas de agua dulce y el mantenimiento de ganados en las terrazas del Guadalquivir, además de erigirse en puntos estratégicos dentro de un sistema de vías comerciales cuyo eje era el propio río y la paleoensenada del Lago Bético o anteriormente conocida como Golfo Tartésico en momentos en que el mar todavía penetraba hasta Coria del Río.
En los caños y marismas que rodeaban ese Lago y el área inmediata a la actual Sevilla el patrón de explotación de recursos se basaba fundamentalmente en la pesca y la caza. La pesca ha representado siempre un complemento importante en la economía de autoabastecímiento de la zona. Además en la zona, allí donde las praderas de inundación del río Guadalquivir lo permitía otro recurso ha sido la ganadería de rebaños de cerdos que también se adapta al pasturaje de zonas húmedas de agua dulce, tal vez complementado con el aprovechamiento de bellotas y acebuchina correspondientes a manchones de encinas y acebuches que ocupaban terrenos de borde de vega inmediatos a la zona natural antes señalada en que se pacían a los cerdos. Spal y Caura por ejemplo se abastecieron durante los siglos VII-VI a.C. más de carne de caza que de animales domésticos, por tanto la caza fue una actividad económica subsidiaria muy importante así como para otros poblados inmediatos al Lago Bético para aportar la proteína animal que se precisaba.
En muchas de los poblados de la paleocuenca del Bajo Guadalquivir, las actividades agropecuarias desempeñaban un papel importante, y de hecho su ubicación parece estar condicionada por la explotación en gran escala de las tierras que los rodean. El modelo de asentamiento en la campiña de Sevilla parece indicar la explotación del campo no sólo en función del propio abastecimiento, sino que debió permitir la acumulación y comercialización de excedentes. Por otra parte en zonas más hacia abajo con marismas salinas se adaptaba mejor el ganado vacuno y caballar como se refleja en los
mítos y relatos que recogen las fuentes literarias antiguas
La fertilidad de las tierras del Bajo Guadalquivir tanto en la Vega como en la Campiña propició la existencia de grandes explotaciones cuyo rendimiento se incrementó con la utilización de herramientas apropiadas, tanto para el laboreo de la tierra como para la
trilla. El latifundio parece haber sido el modelo de explotación agropecuaria más frecuente en dichos habitats.
Conforme más hacia el interior de la cuenca del Guadalquivir nos desplazamos la vega se configura desde época prerromana como una zona dedicada de forma intensiva al cultivo de cereales, con unos rendimientos altos que permitían explotar los excedentes. Los campesinos conservaban eficazmente el grano, aislándolo de la humedad: se almacenaba en silos que se agrupaban en extensos campos, siempre fuera de los poblados. La comercialización de estos productos através de la navegación fluvial y una gran red viaria con que el territorio estaba dotado.

Entre las comunidades del interior del Guadalquivir la ganadería ovina y caprina sometida a transmitancia o trashumancia fue otro puntal de la economía tartésica y turdetana. Destacando por ejemplo poblaciones ganaderas como Setefilla, que seguramente conjugaban la actividad productiva de los rebaños con la vigilancia y control de las rutas de paso de ganado trashumante.

1 comentario:

  1. La coyuntura agraria después de las Desamortizaciones de Mendizábal 1835 y Madoz en 1855, hizo muy rentable la compra o sobre todo el arrendamiento de tierras en el campo andaluz y en particular en la provincia de Sevilla. Se establece en el campo andaluz tres grados : 1) el terrateniente asentista que vive en las grandes capitales y en Madrid 2) Los grandes arrendatarios que dirigen las explotaciones al pie del terreno desde los pueblos (en muchos casos se convierten también en testaferros de aquellos capitalistas más temerosos con respecto a la condena de excomunión que lanzó la Iglesia contra los hacendados compradores en la subasta de sus tierras de los bienes desamortizados que estaba haciendo el Estado Español) y 3) la masa de jornaleros depauperados por tener restringido el acceso a tierras que anteriormente habían pertenecido a la Iglesia o a los bienes del común de los pueblos. La agricultura sevillana conoció un período de especial prosperidad para los terratenientes. Por una parte, gracias a que los mercados dejan de ser locales, la ampliación al mercado nacional hace el cultivo del trigo muy rentable. Uniéndose esto a un gran incremento que se produce en la población española. Esto originó una subida de los precios del trigo que favoreció a una provincia con gran capacidad productora como la sevillana. Por esa razón Sevilla, se convierte a mediados del siglo XIX en el primer puerto de embarque de trigo de España. Otro tanto pasa con el aceite de oliva que debido al incremento de la demanda por parte de los mercados multiplica su precio por tres en las décadas centrales del siglo XIX. Sevilla se beneficia como puerto de salida de buena parte de la producción agraria del valle del Guadalquivir que se dirige principalmente hacia el mercado catalán y valenciano. El beneficio del comercio agrícola sevillano está potenciado además por la instalación en esos momentos del ferrocarril, recae en los señores que se hacen con grandes propiedades (labradores) y los intermediarios (los arrendadores de fincas), quedando al margen los campesinos (jornaleros).

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