Auge
y declive del Puerto de Sevilla (s. XVI-XIX) con su consiguiente influencia en
Coria
El
auge y declive del puerto de la ciudad de Sevilla ha influido directamente en
Coria entre los s. XVI-XIX y por eso en esta entrada vamos a incidir sobre este
punto. La ciudad de Sevilla por gracia del río Guadalquivir tuvo
una situación excepcional convertida en bisagra entre dos mundos, pues de 1512
y 1648 a
Sevilla debía arribar “todo” lo proveniente de América. A partir de entonces Cádiz
también juega un papel creciente compartiendo protagonismo con Sevilla y por tanto también Sanlúcar.
Cádiz
y Sanlúcar eran los antepuertos naturales de Sevilla hasta que oficialmente en 1717
Sevilla pierde lo que le quedaba de cabecera del comercio con América para
pasar a Cádiz de manera institucional y efectiva el monopolio de las
transacciones con América.
Desgranemos esa historia .A
partir del descubrimiento de América en 1492, la baja Andalucía, sus puertos y
sus costas se convirtieron en un centro geoestratégico y comercial de cara a
las nuevas tierras que pasaron a manos de la corona española. Se constituye el
complejo portuario Cádiz-Sevilla, motor y meta del comercio americano. América
se constituye en salvación, mercado y proyección de Andalucía Occidental, no
obstante anteriormente ya en el S.XV Sevilla era el principal puerto español de
comercio con Inglaterra, Italia y Flandes.
La explotación de las Indias, propiciada a través del tráfico colonial,
exigía un magno sistema organizativo, tan amplio como efectivo, capaz de
canalizar toda esa oleada de prosperidad que venía a España y que llegaría a
ser uno de los pilares básicos de la economía española durante poco más de tres
siglos. Por ello se creó en 1503 la Casa de Contratación ubicada en Sevilla, como
instrumento estatal para monopolizar y supervisar la Carrera de Indias. En
cierto modo Sevilla se constituía en “puerto de mar” pero al resguardo de
previsibles ataques de las flotas enemigas de España y de este modo Coria por
su situación junto al río Guadalquivir, junto al meandro de la Merlina punto de
parada obligada de las naves en un “puerto secundario”. Por tanto frente a
Cádiz que entonces era un pequeño puerto con escasa población, Sevilla cumplía
con el requisito prioritario de la seguridad que ofrecía su puerto de
navegación fluvial ante los previsibles ataques de piratas y corsarios. Esta
era una cuestión que Cádiz no podía garantizar, habida cuenta de la fragilidad
de sus defensas, como lo puso de manifiesto el saqueo angloholandés en 1596 En
esa época Sevilla contaba con unos 45.000 habitantes mientras Cádiz no
alcanzaba ni la tercera parte de dicha cifra .En el año 1509 Cádiz adquiere el
derecho de registrar las naves de Indias y más tarde el de desembarcar
productos de las Antillas. En 1535 se fundó el Juzgado de Indias que permitía
eludir parcialmente el control que ejercía la Casa de Contratación de Sevilla
en el comercio con las Indias. Desde la mitad del XVI Sevilla es incapaz de
abastecer la demanda americana y en Sevilla se importan productos
manufacturados de Europa que desde Sevilla salían hacía América y los
mercaderes sevillanos se constituyen en intermediarios.
A
partir de 1566 el puerto de Sevilla no permite la entrada de barcos muy grandes
y estos iban a Cádiz, además desde Cádiz se exportaba todo el vino que se
consumía en América, todo esto hace que Sevilla pierda su hegemonía y que ese
poder lo vaya cogiendo progresivamente Cádiz, de manera que a comienzos del
XVIII la casa de la contratación se va a Cádiz y se produce el declive del
puerto de Sevilla.
A partir de 1648 Cádiz incrementa su papel en el comercio con las Indias y ya desde 1680 aprox. los galeones que procedían de las Indias no llegan a Sevilla sino sólo a Cádiz donde se produce el alijo a urcas más apropiadas par ala navegación fluvial, así Sevilla, cada vez más, quedaba relegada a una función meramente administrativa. Es precisamente el 12 de mayo de 1717 cuando Felipe V ordena el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz. Esta medida no fue más que la consecuencia lógica del progresivo hundimiento del comercio sevillano y de su antepuerto, Sanlúcar de Barrameda, ante el paulatino crecimiento gaditano, que fue reforzando su posición en ese complejo monopolístico. Toda la opulencia que trajo el descubrimiento de América a Sevilla tuvo su fin con la crisis económica que afectó a toda Europa en el s. XVII y el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz que motivó el desvío del comercio a esta ciudad, con ello se da el declive de Sevilla y la eclosión de Cádiz.
A partir de 1648 Cádiz incrementa su papel en el comercio con las Indias y ya desde 1680 aprox. los galeones que procedían de las Indias no llegan a Sevilla sino sólo a Cádiz donde se produce el alijo a urcas más apropiadas par ala navegación fluvial, así Sevilla, cada vez más, quedaba relegada a una función meramente administrativa. Es precisamente el 12 de mayo de 1717 cuando Felipe V ordena el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz. Esta medida no fue más que la consecuencia lógica del progresivo hundimiento del comercio sevillano y de su antepuerto, Sanlúcar de Barrameda, ante el paulatino crecimiento gaditano, que fue reforzando su posición en ese complejo monopolístico. Toda la opulencia que trajo el descubrimiento de América a Sevilla tuvo su fin con la crisis económica que afectó a toda Europa en el s. XVII y el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz que motivó el desvío del comercio a esta ciudad, con ello se da el declive de Sevilla y la eclosión de Cádiz.
A partir de ese traslado, Cádiz experimentó grandes
mejoras con un crecimiento poblacional que la situó en torno a los 72.000
habitantes y en ella llegaron a establecerse 86 compañías de seguros y 61
corredores de lonja.
En 1777 la nueva mentalidad liberalizadora de Carlos III dio al traste con este monopolio gaditano, estableciéndose la libertad de puertos con América. Fue una dura decisión para la ciudad, cuyo declive económico se vería agudizado por las guerras contra Inglaterra y, luego, con los brotes independentistas americanos.
Durante los años de las Cortes, Cádiz se vio sometida a un largo asedio por parte de las tropas napoleónicas. Sin embargo esta circunstancia no afectó a su abastecimiento por mar, gracias a los productos que llegaban a su puerto.
Una vez concluida la Guerra de la Independencia, conforme las noticias de la insurrección americana eran cada vez más inquietantes y la vuelta al absolutismo imponía un claro proteccionismo el tráfico portuario tanto de Cádiz como de Sevilla entrarían en declive. En 1829 Fernando VII decreta el puerto franco para Cádiz y el Puerto de Sevilla se iría beneficiando de las mejoras en las condiciones de navegabilidad del Guadalquivir introducidas por la corta de la Merlina (1795) y la Corta de Borrego (1814) hasta Sevilla con múltiples complicaciones de bajos y zonas de tornos que alargaban el viaje. El siglo XIX supuso un nuevo despertar para la actividad portuaria de Sevilla, pasando a ser su puerto de nuevo el centro de la vida económica de la ciudad. Sin embargo Coria no se benefició de la misma manera que durante los s. XVI-XVII, ya que a partir de la corta de la Merlina los barcos pasaban de largo de nuestro pueblo. Hitos en este auge son la creación en 1814 de la Real Compañía de Navegación del Guadalquivir con el objetivo de modernizar el puerto y la navegabilidad del río, que emprendió varias obras de ingeniería, incluyendo la eliminación del torno de Borrego.
En 1777 la nueva mentalidad liberalizadora de Carlos III dio al traste con este monopolio gaditano, estableciéndose la libertad de puertos con América. Fue una dura decisión para la ciudad, cuyo declive económico se vería agudizado por las guerras contra Inglaterra y, luego, con los brotes independentistas americanos.
Durante los años de las Cortes, Cádiz se vio sometida a un largo asedio por parte de las tropas napoleónicas. Sin embargo esta circunstancia no afectó a su abastecimiento por mar, gracias a los productos que llegaban a su puerto.
Una vez concluida la Guerra de la Independencia, conforme las noticias de la insurrección americana eran cada vez más inquietantes y la vuelta al absolutismo imponía un claro proteccionismo el tráfico portuario tanto de Cádiz como de Sevilla entrarían en declive. En 1829 Fernando VII decreta el puerto franco para Cádiz y el Puerto de Sevilla se iría beneficiando de las mejoras en las condiciones de navegabilidad del Guadalquivir introducidas por la corta de la Merlina (1795) y la Corta de Borrego (1814) hasta Sevilla con múltiples complicaciones de bajos y zonas de tornos que alargaban el viaje. El siglo XIX supuso un nuevo despertar para la actividad portuaria de Sevilla, pasando a ser su puerto de nuevo el centro de la vida económica de la ciudad. Sin embargo Coria no se benefició de la misma manera que durante los s. XVI-XVII, ya que a partir de la corta de la Merlina los barcos pasaban de largo de nuestro pueblo. Hitos en este auge son la creación en 1814 de la Real Compañía de Navegación del Guadalquivir con el objetivo de modernizar el puerto y la navegabilidad del río, que emprendió varias obras de ingeniería, incluyendo la eliminación del torno de Borrego.
Barco de vapor de ruedas como los primeros que navegaron
por el Guadalquivir.Entre los vapores de pasajeros todos accionados con
paletas, estaban Teodosio, Trajano y Hernán Cortés ( también llamado "El
Coriano" pues fue construido en Coria) que unían Sevilla con Cádiz
haciendo alto en Coria y Sanlúcar
En
Sevilla se produce una notable actividad en sus astilleros para la construcción
de los primeros barcos de vapor. El Guadalquivir tuvo como decimos en el siglo
XIX, un gran protagonismo mercantil, como cauce utilizado para las
comunicaciones fluviales de pasajeros y mercancías entre las diversas
localidades de la ribera, tomando como base de partida y llegada el muelle de
Sevilla y también el puerto de Sanlúcar de Barrameda. El trayecto lo hacían los
barcos de ruedas generalmente, ofreciendo servicios casi a diario en el
invierno, entre Sevilla y Sanlúcar. Mientras en los meses de verano se ofrecían
servicios de ida y vuelta, con servicios especiales los sábados y domingos con
un billete de ida y vuelta, conocidos como “viajes redondos”. En los años
1885-1900, viajaban entre Sevilla y Sanlúcar los vapores San Telmo y Victoria,
y entre finales del XIX y primeros lustros del XX, los vapores Margarita, Bajo
de Guía, Sanlúcar, Triana y Guadalquivir que hacían de ordinario la línea
Sevilla, San Juan de Aznalfarache, Gelves, Huertas del Copero, Coria del Río y
Puebla del Río.
Cartel anunciador de la línea de Vapor con alto en Coria
que conducía hasta Bonanza en Sanlucar de Barrameda. Desde allí tambien era
posible proseguir el viaje hata Cádiz y Puerto de Santa María. La linea
"de cercanía"que unía Coria con Sevilla mediante servcio diario de
vapor fue suprimida con llegada del tranvía a este pueblo.
Casi
todos estos vapores hacían los servicios de veraneantes de fines de semana
desde Sevilla a Bajo Guía en los meses estivales. Los vapores partían en la estación
fluvial del Altozano (actual bar kiosko de las Flores), desde un muelle de
madera que estaba junto al puente de Triana, de la parte de la calle Betis.
Hacia
1860 operaban en el puerto sevillano varias compañías de navegación. La famosa
compañía Ybarra se crea en 1860 para construir el vapor Itálica, que estableció
la línea Sevilla-Bonanza.
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